domingo, 22 de julio de 2012

La Iglesia en crisis

La Iglesia en crisis
El encarcelamiento de tres componentes de un grupo punk feminista ruso enfrenta la sociedad civil con activistas religiosos ortodoxos
A tres chicas de Pussy Riot les podrían caer siete años de prisión para cantar contra Putin en un templo
El apoyo que el jefe de la Iglesia ortodoxa, Cirilo I, da al presidente la ha alejado de los sectores liberales.
El caso de Pussy Riot, un grupo punk feminista ruso que el 21 de febrero cantó la canción Virgen echara Putin en el templo de Cristo Salvador de Moscú, ha sido el detonante de una crisis en la Iglesia ortodoxa rusa, porque los sectores liberales de la sociedad, que también son los que han protagonizado las protestas del último medio año contra el antiguo y nuevo presidente Vladimir Putin, la han criticado mucho.
Tres de las cinco chicas que, vestidas con pasamontañas de colores llamativos, interpretaron la canción que ofendió tanto algunos creyentes ortodoxos, están encarceladas desde principios de marzo.
El pasado viernes se celebró el juicio, en que se ordenó alargar seis meses más el arresto.
La acusación pide hasta siete años de prisión por gamberrismo para Nadejda Tolokonnikova, María Aliokhina y Iekaterina Samutsevits, que continuarán bajo custodia hasta mediados de enero próximo.
Pussy Riot se ha convertido en uno de los símbolos de la protesta contra Putin y, cada vez que les han alargado el arresto, a las puertas del juzgado Taganski de Moscú ha habido decenas de simpatizantes de las chicas manifestándose en contra de un caso que consideran político y unas cuantas personas con emblemas religiosos intentando silenciarlos mientras la policía lleva a cabo detenciones profilácticas.
El 4 de julio, por ejemplo, a las puertas del juzgado, un grupo de jóvenes intentó quemar una obra de arte con un dibujo de Pussy Riot. Cuando Tatiana Romanova, que era para apoyar a las chicas, les preguntó por qué lo hacían, los chicos empezaron a decir palabrotas.
Cuando Romanova respondió "Dios perdona todos", uno de ellos, que se presentó como "activista ortodoxo", le dio un golpe que hizo que la hubieran de ingresar con una conmoción cerebral y una mandíbula magullada.
Más de un centenar de personalidades del mundo cultural han firmado una carta dirigida al Tribunal Supremo haciendo un llamamiento al poder para que cierre el caso, ya que consideran que la acción de Pussy Riot "no es ningún delito criminal".
Los firmantes alertan de que mientras las chicas están en la cárcel "a la sociedad aumenta la intolerancia y eso lleva a la escisión ya la radicalización".
El superior de la iglesia de la Santísima Trinidad de Moscú, Alexei Uminski, considera que la acción de Pussy Riot es un punto en que Iglesia y sociedad liberal chocaron. Uminski lamenta que "la ola de odio que ha generado el caso haya hecho que la sociedad viera que la Iglesia está representada por activistas ortodoxos muy propensos a la agresividad". Algunas organizaciones ultraortodoxas también protagonizan ataques contra representantes de la comunidad homosexual.
La Iglesia ortodoxa, que es quien instigó la persecución contra Pussy Riot pesar de las llamadas a la institución en dar ejemplo perdonando, no ha expresado su postura oficial sobre el caso.
Algunos curas se han expresado de manera muy dura y otros han hecho un llamamiento a liberarlas, pero el jefe de la Iglesia ortodoxa, el patriarca Cirilo I, no se ha manifestado, aunque sí que ha hecho varios sermones alertando del peligro que amenaza la institución.
El 28 de junio, Cirilo Y dijo que "la Iglesia ortodoxa es la base de Rusia y el primer objetivo de aquellos que quieren destruir el país" y tildó de "enfermos mentales" los que la critican.
Aunque Rusia es un estado laico y se considera que las cuatro religiones tradicionales del país son el cristianismo ortodoxo, el islam, el judaísmo y el budismo, la Iglesia ortodoxa es la que está más cerca del poder y el patriarca considera que ésta se ha de poner más en los asuntos de la sociedad.
Cirilo Y cree que la institución es víctima de una campaña de desprestigio y el 22 de abril ya se hizo una oración multitudinaria en defensa de la fe y contra las profanaciones.
De hecho, Pussy Riot fue el detonante de una fuerte crítica hacia la Iglesia, pero el patriarca últimamente ha protagonizado una serie de escándalos que también han dado pie.
Por ejemplo, en primavera, Cirilo Y tuvo un conflicto vecinal por el polvo de unas obras y también se le vio con un reloj de la marca Breguet valorado en unos 23.000 euros; este hecho fue captado en una fotografía, pero poco después el servicio de prensa borró el reloj con Photoshop.
El patriarca, que antes de serlo estaba muy metido en el mundo de los negocios, no ha ocultado sus simpatías por Putin y durante la campaña electoral dijo que el candidato oficialista era "un milagro de Dios".
A finales de diciembre, en un sermón, Cirilo I hizo un llamamiento a las autoridades a escuchar las peticiones de los que protestaban contra Putin, pero en enero ya empezó a criticar las manifestaciones porque, oficialmente, la Iglesia estaba preocupada por el peligro que podía representar la ola revolucionaria. El conflicto, sin embargo, no es entre ortodoxos y creyentes de otras religiones o ateos, sino entre un sector de la Iglesia y el resto.
En las manifestaciones opositoras participan creyendo ofendidos porque se les criminalice por ir en contra del poder establecido y desear una Rusia más justa.
Elenna Sànnikova, defensora de los derechos humanos y creyendo ortodoxa, califica el momento actual de "tragedia por la violencia que genera el hecho de que la Iglesia esté encabezada por delincuentes".

2800 hojas tiene el expediente de la acusación contra el grupo de música punk Pussy Riot.

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